domingo, 26 de febrero de 2017

LA PLAZA DEL GRANO Y EL PATRIMONIO CONCEJIL Y URBANO DE LEÓN . Valentin Cabero Diéguez Ex catedrático de Geografía de las universidades de León y Salamanca. Ex decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca

LA PLAZA DEL GRANO Y EL PATRIMONIO CONCEJIL Y URBANO DE LEÓN 

Cada vez que tengo la suerte de pasear con calma y sosiego por la ciudad histórica de León, me gusta acercarme a la Plaza del Grano y sentarme en la vieja fuente ilustrada, pues percibo que allí se resumen siglos de vida y siento los latidos de encuentro entre el mundo rural leonés y la ciudad; allí se aúnan y convergen la memoria de sus mercados y demandas de productos de primera necesidad, como los granos y el pan, con las ideas más universales que llegaban a través de la peregrinación y el paso del Camino de Santiago. Nos lo recuerda la iglesia del Mercado o de Santa María del Camino. Lo local y lo universal unidos en una plaza con un topónimo tan entrañable y tan profundamente humano: el grano, la semilla de la tierra y de la vida. Además, con un suelo empedrado de morrillos o cantos rodados que tanto nos recuerda a las calles y plazas de nuestras villas históricas, donde se encontraban los carros de campos y del páramo con los de la “montaña nevada”, intercambiando durante siglos bienes necesarios y complementarios para unos y para otros. El espacio y el tiempo han quedado grabados y escritos en la memoria secular de esta plaza, convirtiéndose en un lugar simbólico, en un locus de referencia cuyo significado patrimonial viene marcado por la sencillez acogedora de su equilibrio urbano en los bordes de la ciudad histórica, donde comenzaba la vida rural en las vegas y “armunias” de tierras fértiles o en las “sernas” de “pan llevar”. Cuando uno pisa estos cantos rodados, procedentes de los valles del río Bernesga o del río Torio, también representados en la fuente de la plaza, ¡cómo no recordar el libro tan sugerente y hermoso de Claudio Sánchez Albornoz, Estampas de la vida de León hace mil años (Madrid, 1926)!, reeditado en nuestros tiempos con el titulo: Una ciudad de la España cristiana hace mil años, y que nos acerca con testimonios fundamentalmente del siglo X a la vida de la ciudad. No deja de ser un privilegio la lectura de éstas documentadas imágenes, al igual que la Plaza del Grano se nos presenta como un verdadero palimpsesto o códice urbano de la memoria de la ciudad. El propio Sánchez Albornoz nos dejó escrito en la introducción de la primera edición de sus estampas que “sólo puede intentarse reconstruir históricamente la vida anterior al milenio de dos viejas ciudades: León y Córdoba”. Y de este modo tan afortunado podemos trasladarnos a la vida cotidiana de aquellos momentos a través del mercado, de las relaciones humanas, del entorno doméstico, etc, que los códices, crónicas, cartas o contratos nos enseñan a partir de una inteligente y apasionada interpretación histórica y geográfica de la ciudad. Sin duda, mi paisana y colega, la concejala responsable de Patrimonio, Margarita Torres Sevilla sabe bien de lo que estamos hablando, y si el alcalde y su equipo “quieren ser un referente del buen hacer” ya pueden comenzar a cambiar los planteamientos tecnocráticos y urbanísticos que mantienen sobre el patrimonio de la ciudad. La Plaza del Grano puede ser un buen punto de partida, aunque dudo de su sensibilidad cultural. Quizás al consistorio no le vendría mal aplicarse las normas consuetudinarias de nuestros concejos históricos y dejarse aconsejar por los “hombres buenos del lugar y por sus saberes y experiencias”. No es buen comienzo meter grandes máquinas en lugares frágiles y vulnerables. En muchas ocasiones he lamentado en mi paseos el estado de la plaza, y he pensado ya hace tiempo que con un sencillo y prudente mantenimiento rehabilitador conservaría todo su encanto acogedor y valor patrimonial. Después de años de desidia, leo con preocupación y desasosiego que ahora se pretende una remodelación de la plaza que atenta a su fisonomía y a la idenࢢdad de su esencia e identidad. Seguir desfigurando la ciudad histórica y heredada bajo el prisma único de la modernización urbanística y las intervenciones estructurales es, con demasiada frecuencia, dar paso a la liquidación de bienes culturales comunes y volver a la insensatez de la especulación más voraz y agresiva que hemos vivido. La Plaza del Grano y su entorno se merecen una mirada más respetuosa y amable por parte del Concejo y de los habitantes de la ciudad. Muchas voces ya se han expresado con argumentos positivos y sinceramente razonables en favor de la conservación de la identidad de este códice urbano de la ciudad. Me sumo con mis palabras y mi actitud a todas ellas. 

Valentin Cabero Diéguez Ex catedrático de Geografía de las universidades de León y Salamanca. Ex decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca


3 comentarios:

  1. Precioso comentario quien pudiera expresarse con esa facilidad,y esos sentimientos, le envidio.

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  2. Precioso comentario quien pudiera expresarse con esa facilidad,y esos sentimientos, le envidio.

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  3. Miguel Angel Cordero27 de febrero de 2017, 8:26

    Muy sugerente, en su relieve histórico-geográfico, a la vez que incisiva, la carta de Valentín Cabero. Y contundentes las palabras de Andrés Trapiello. La Plaza del Grano es un símbolo de raíz umbilical con nuestro pasado. Sin esas raíces, perdemos todo carácter colectivo diferenciado. La singularidad que otros apetecerían tener.

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