martes, 28 de febrero de 2017

El director del Museo de León escribe un artículo sobre la multitudinaria manifestación en defensa de la Plaza del Grano (León) que el pasado 23 de febrero recorrió las calles de León. Por LUIS GRAU LOBO

El director del Museo de León escribe un artículo sobre la multitudinaria manifestación en defensa de la Plaza del Grano (León) que el pasado 23 de febrero recorrió las calles de León.
Por LUIS GRAU LOBO

Hace tiempo que no acudía a una manifestación. El escepticismo que insuflan los años, y la escasa capacidad de reconocimiento con todas y cada una de las consignas que se vocean, con todos y cada uno de los que las abanderan, con el cómo y cuándo se gritan, aparte una ligera sociopatía de andar por casa, me llevan a protestar por aquello que creo injusto desde la comodidad de mi salón. Manías fomentadas por las tecnologías modernas, supongo.
Pero a esta había que ir. Radicamos en la plaza a las ocho de la tarde, reconociendo caras amigas y gestos cómplices por doquier. Buen ambiente, pese a que nada de lo que allí se decía por una megafonía exigua, se dejaba escuchar. Después los clásicos en la marcha: lemas de toda la vida (Ayuntamiento miento miento), los pitidos y tamborradas de siempre (salvo por bandas de tradicional con su punto melodioso) y las animaciones de rigor (manos arriba, etc). Nada ha cambiado. Tampoco los errores de principiante, como el recorrido excesivo o las arengas en Ordoño, que duraron, no se oyeron y rompieron el ritmo, desanimando a muchos de proseguir hasta regresar a la plaza.
Al día siguiente las valoraciones, como siempre: una prensa habla de centenares, (hay un periódico regional que dice ‘decenas’, situando la redacción de la noticia en Burgos…) y transmite sensación de fiasco sobre lo que fue un éxito rotundo; ‘manifestación histórica’ según otro medio más proclive y centrado. Ese día había otra manifa de cosas importantes, parecen decirnos desde la portada, para comparar. Lo de siempre. No sé si servirá de algo todo esto, pues las más de las veces las demandas se mezclan, incluso se contradicen, en un fondo de descontento, y seguramente lo que suceda no contentará a nadie. Como siempre… Pero no. Que esto suceda ahora, con lo que ha caído y cae todos los días, aquí y en Suiza, y por un tema como este, tan ‘menor’ según algunos, no es lo de siempre. Es esperanzador, testimonio de que no damos todo por perdido.
(Publicado en La Nueva Crónica de León el 25 de febrero de 2017)

4 comentarios:

  1. De acuerdo. El recorrido excesivo, en la parada de Ordoño la gente comemzó a irse. La portada del Diario de León del día sigiente, una vergÚenza: que éramos cientos, dice en un pequeño recuadro.

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  2. Lo mejor sin duda, al parecer de algunos, son manifestaciones tipo 'bucanero' llenas de banderolas de toda cruzada ajena a la protesta y sin recorrido para que no se canse el personal y que además no consigan llevar ni 100 personas a pesar de ser obligatorias para los sindicatos, partidos o quiénes convoquen mediante ese caduco tipo de práctica... Hay que saber valorar el haber conseguido llegar a todo tipo de persona e ideología que se sumaron a una protesta considerada menor, porque si no lo hacemos así, y comparamos con mover a los amiguetes, caeremos en la repetición del absurdo en el que nos encontramos desde muchos y variados ámbitos.
    Cuando para convocar a la gente del pueblo se depende de todo un montaje corporativo, no estamos hablando de protesta natural, si de lo que estamos más que acostumbrados a padecer. Todo un cáncer social: amiguetes y comodidades impiden unirse expresarse con un sentir puntualque afecta a toda la sociedad. Esa autocrítica de la que habla Grau puede y debe de ser muy, pero que muy amplia.

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