domingo, 15 de enero de 2017

CANTOS La plaza del grano ha dado un cantazo en la conciencia de la ciudadanía, pero se puede ir por el sumidero de una sociedad aletargada en el invierno - ANA GAITERO


CANTOS

ANA GAITERO

La plaza del grano ha dado un cantazo en la conciencia de la ciudadanía, pero se puede ir por el sumidero de una sociedad aletargada en el invierno

En la plaza del Grano hay una fuente en la que Torío y Bernesga posan como dos niños. Dos ríos niños. Una fuente abandonada, casi tanto como la plaza, en la que dos críos simbolizan el abrazo de los dos ríos que abrazan a León. Este lugar del pueblo, remanso de la ciudad antigua y espejo de su origen rural, se les viene atragantando a los gobernantes desde tiempo inmemorial.
Será por los cantos. Emilio Gutiérrez, con su mayoría absoluta, frenó el proyecto ante la oposición ciudadana. Y Antonio Silván va a necesitar más que la habilidad ante la portería de Gemma Villarroel, la portavoz de Ciudadanos, para parar los goles que se le pueden colar entre las piedras centenarias.
Todo un Cervantes y sus ocho magníficos (compañeros de tertulia de los sábados), además de una mujer, una sola, se han puesto al frente de la plataforma ciudadana contra el proyecto de intervención en la plaza del Grano. Y con señales claras de que no se van a conformar con una respuesta tibia. Quieren la retirada del proyecto.
Cinco años lleva rodando el expediente en las oficinas municipales y no encuentra acomodo. No agarra el canto a la tierra. Ahora se aferran a unas catas arqueológicas para dar vía libre al proyecto. Importa lo que hay debajo de la plaza. Pero en este caso, importa mucho más lo que hay encima. Son los cantos cogidos en la tierra lo que hace singular el pavimento.
Mirada limpia
La plaza del Grano exige una mirada global y limpia. Una voluntad decidida de conservar lo mejor de León y de hacerlo con pedagogía política. En torno a esta plaza el Ayuntamiento de León tendría que generar una actuación ejemplar alejada de los únicos dictados de la arquitectura. No se trata solo de la obra. Se trata de la partitura.
Porque la plaza es la ciudad y la ciudadanía. No es sólo el paisaje de cantos rodados y las pocas arquerías que se conservan, ni siquiera los chopos que abrazan el cielo con sus ramas desde hace 40 años, ni las calles que abren paso a la plaza. La plaza simboliza también la voz y el poder del pueblo. Ese canto que tan poco se escucha en la planta séptima del Ayuntamiento de León, acostumbrada como está a los cantos de sirenas.
Conciencia líquida
AAhora que las plazas están vacías, y no sólo por el frío, andan a la gresca en Podemos para caldear el ambiente. Debaten si prefieren plaza o salón. Conclusión: ha salido Pablo Iglesias diciendo que hay que estar en misa y tocando las campanas. El problema es que se están empezando a creer que la plaza son las redes sociales. Ese lugar, ya lo dijo Zygmunt Bauman, donde todo el mundo nos creemos que estamos rodeados de gente, pero que es un inmenso erial de soledad.
Podemos corre el peligro de perderse (y diluirse como líquido elemento) en las discusiones a tres bandas —pablistas, errojonistas y anticapitalistas— aunque hay que reconocer que el miedo a Podemos está moviendo al PP y al PSOE a hacer pequeños cambios —el tono con que se dirigieron inicialmente a las víctimas del Yak 42, la respuesta a la sentencia de las cláusulas suelo— para que la plaza no se mueva ni aunque el recibo de la luz llegue a subir hasta un 30% en tan solo un año.
Como dice el amigo Manuel, «aquí no nos movemos ni los que tenemos párkinson». Que ya es decir. La plaza del Grano, con sus cantos, ha dado golpes en la conciencia ciudadana, al menos en la élite intelectual, pero en este tiempo de la modernidad líquida hasta la conciencia se nos puede ir por el sumidero de una sociedad aletargada en el invierno. Sumida en una epidemia de gripe y de adioses tras las fiestas navideña. A ver si la nieve nos espabila. A ver si nieva.

http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/cantos_1129797.html

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